¡No te detengas, hermano! ¡Tú puedes hacerlo!

¡No te detengas, hermano! ¡Tú puedes hacerlo!

Hola, como estás?, hacé click en INICIAR SESIÓN para entrar al sistema o darte de alta como usuario, asi podrás quitar la publicidad del sitio y activar otras funciones, además podés ayudarnos a mejorar completando esta encuesta, muchas gracias!!.

Generic filters
Filter by content type

19 usuarios conectados

Total articulos: 577

¿Cuántas veces hemos sentido que el camino se hace cuesta arriba?

¿Cuántas veces hemos querido lanzar la toalla cuando la tarea parece imposible? Hoy, desde mi corazón de laico a laico, quiero recordarles algo que a veces olvidamos: Dios no llama a los capaces; capacita a los llamados. Y tú, sí, tú estás llamado a seguir adelante.

Cuando el desierto grita “¡basta!”

Recuerdo la historia de Elijah (1 Reyes 19). Luego de enfrentar a los profetas de Baal en el monte Carmelo, este hombre de fe colapsó. Huyó al desierto, se sentó bajo un árbol y rogó: “Señor, ¡basta ya! Toma mi vida”. ¿Quién de nosotros no ha estado ahí? Quizá no en un desierto físico, pero sí en el desierto del alma: la cuenta bancaria roja, la enfermedad de un hijo, la soledad en la iglesia.

Pero miren lo que hace Dios: no lo regaña. Le da pan, agua y… ¡lo invita a dormir! Luego, en un susurro, le dice: “Levanta, Elijah. Aún hay trabajo”. ¿Y cuál era ese trabajo? Volver a la comunidad. Dios le envía a unirse a Eliseo, a discipularlo, a reconstruir la familia espiritual de Israel.
Comentario: ¿No es hermoso? Dios no nos pide perfección; nos pide persistencia. A veces el descanso es parte del avance.

La mujer que no se detuvo

En Marcos 5, una mujer con flujo de sangre arrastra su cuerpo enfermo entre la multitud. Doce años de fracasos médicos. Doce años de ser excluida del templo. Pero ella piensa: “Si tan solo toco el manto de Jesús…”. Y lo logra. Jesús se detiene y dice: “Tu fe te ha sanado”.

¿Qué nos enseña? Que un paso tímido hacia Dios es más poderoso que mil pasos hacia atrás. Quizá sientas que tu fe es “solo un hilito”. Pues bien, ¡ese hilito puede mover montañas!

Ejemplo hipotético: En nuestra iglesia, hermana Marta (72 años) lleva 3 meses trayendo a su nieto drogadicto al culto. El joven se sienta al fondo, con cara de piedra. Pero Marta no se detiene. La semana pasada, él pidió oración por primera vez. “No sé cómo, pero algo me empuja a volver”, dijo. ¡Ese “algo” es el Espíritu que se mueve cuando no nos detenemos!

La iglesia: un equipo, no un estadio

En Hebreos 10:24-25 leemos: “Animémonos unos a otros… y mucho más al ver que se acerca el día”. La frase clave aquí es “unos a otros”. No somos espectadores solitarios; somos una sola familia.

Otro ejemplo posible: El año pasado, nuestro grupo de jóvenes se propuso visitar a los hermanos enfermos cada sábado. Al principio eran solo 3. Ahora somos 15. ¿Cómo creció? Un hermano “no se detuvo” y arrastró a otros. Hoy, la hermana Rosa (con cáncer) dice que esos sábados son su “medicina celestial”.

3 pasos para no detenerse hoy:

  • Cambia el “ya no puedo” por “Dios me sostiene”. Repite Salmo 121 cada mañana.
  • Busca tu Eliseo. ¿Quién en la iglesia necesita tu apoyo? Un mensaje, una comida, un abrazo.
  • Regresa a la mesa familiar. La cena sin pantallas, la oración antes de dormir. La iglesia empieza en casa.

Una oración para cerrar:

“Padre, perdónanos por las veces que hemos querido rendirnos. Renueva nuestras fuerzas como las del águila. Que nuestros pasos vacilantes te glorifiquen. Y que nuestra iglesia sea un lugar donde nadie se detenga en soledad. Amén”.
¿Te unes? Este domingo, trae a alguien que necesite escuchar estas palabras. Y si tú eres quien está cansado, ven. Aquí hay un brazo listo para sostenerte.
Con amor de hermano,

“Correré y no me cansaré; caminaré y no me fatigaré” (Isaías 40:31).

 

Escrito por Kimi

Para dejar un comentario debes INICIAR SESIÓN ó DARTE DE ALTA COMO USUARIO.

× Playlist en Spotify