¡No te detengas, hermano! ¡Tú puedes hacerlo!
¿cuántas veces hemos sentido que el camino se hace cuesta arriba? ¿Cuántas veces hemos querido lanzar la toalla cuando la tarea parece imposible? Hoy, desde mi corazón de laico a laico, quiero recordarles algo que a veces olvidamos: Dios no llama a los capaces; capacita a los llamados. Y tú, sí, tú estás llamado a seguir adelante.